viernes, 29 de diciembre de 2017

Seguir con vida

La rica Europa ha encontrado una solución: convertir la miseria real en miseria virtual. Los náufragos reales, los esclavos reales son "traducidos" a imágenes de la realidad envueltas en el mantón de discursos tan sonoros como huecos. Una vez realizada esa "traducción", solo queda la labor de distracción: consiste en ocupar los hogares con la invasión de noticieros televisivos o radiofónicos, de mil bagatelas políticas repetidas noche y día, y en exponer alguna imagen de la miseria extrema "causada" por una catástrofe de la Naturaleza o por una ristra de guerras y masacres.
El comportamiento de la rica Unión Europea, tan egoísta, tan mezquino, tan hipócrita, parece que nos conduce a un pesimismo extremo que no quiere saber nada de la moral utópica global. Muy al contrario, cada Estado se preocupa de mantener intactos sus proyectos futuros sin atender a los fugitivos del hambre y de la guerra. No quieren acoger a esos seres humanos derrotados ante la vida, ante la guerra y las injusticias, ante el Sistema Capitalista Global que parece haber nacido para producir sin parar objetos que son arrastrados por el tifón de la especulación monetaria hasta las grandes redes del consumo programado. En eso pasamos la vida: en producir y consumir, soterrados bajo un alud de "cosas", olvidando a las personas. Cosas que se convierten en juguetes para distraernos y entretenernos, aniquilando toda capacidad de reacción o revolución global. Así estamos.
Parece imposible la moral utópica global.
A punto de perder toda esperanza, llegan al hall del hotel cuatro jovencitas serenas y limpias, sin tatuajes ni zarandajas. Llevan pañuelo cubriendo el pelo, pero dejando a la vista sus caras inocentes. La portavoz pregunta el precio de una habitación individual. Supone que en TORTOSA no hay albergues para vagabundos. Cuando saben que hay uno atendido por unas monjas, deciden ir a visitarlo. Si está lleno, volverán al hotel y entre las cuatro reunirán el importe para que aquel sin-techo y sin-nombre pueda contemplar las estrellas desde el cobijo de una habitación con calefacción.

A punto de perder toda esperanza, sucedió el hecho que describo. Un hecho "tan sencillo" rompió el hielo del pesimismo. Y pensé o soñé -dejadme soñar- que una moral utópica global es posible. Una moral que les permita a los pobres algo tan necesario, tan básico, como es "seguir con vida".

1 comentario:

  1. Este gesto de esperanza y otros semejantes se dan cada día y los medios los ignoran porque las buenas noticias,no son noticia.Estamos huérfanos de información humanitaria sencilla,de esa que anima a seguir adelante.

    ResponderEliminar